lunes, marzo 26, 2007
Lo ha dicho: Niña Incógnita, a las 3:48 p. m.

Había pasado policía internacional, sin mirar atrás... estaba lista para el embarque, con destino a un país de idioma extraño, pero que yo ya conocía. Aún así no me sentía tan segura. Es que era primera vez que tomaba una decisión tan de prisa y partía con mi amiga de la infancia a unas vacaciones rápidas y no planeadas.

Yo suelo ser muy racional, normalmente medito antes de actuar, y no ando moviéndome a puras corazonadas. Pero en ese viaje decidí arriesgarme y no pensar tanto... en realidad no pensé....

La semana anterior hice click en una de las ofertas de lan, y con eso ya tenía la reserva de los vuelos. Le dije a la Mati que ella organizara la estadía.
Hasta la noche anterior al viaje no teníamos una reserva segura... y debo admitir que no me gusta viajar así... finalmente la Mati reservó en una suerte de hostal juvenil... por lo menos tendríamos donde llegar.

Me bajé de ese avión algo cansada, pero aún más me agobió ese clima húmedo, en exceso, que mi ropa no resistía. Pensé en tomar un taxi, para llegar rápido a ducharme.... pero la Mati no quiso... no quería gastar en taxi... me dijo que camináramos hasta las afueras del aeropuerto y tomáramos un bus que nos llevara a la ciudad... (ella llevaba datos de micros y líneas de metro que le había dado otra amiga).

Arrastraba mi maleta, sintiéndo ese calor asfixiante, tratándo de no sentirme tan extranjera, y procurando caminar segura.
Subimos a la famosa micro, con maleta y todo, mapa en mano que me habían entregado en el aeropuerto, y donde obligué a la mati a llevar otro ejemplar.

El recorrido que había hecho yo desde ese mismo aeropuerto al hotel donde me había quedado antes, con mi familia, tardó algo asi como 35 minutos. En esta ocasión tardamos 3 horas. Esa micro se daba vuelta por los lugares menos turísticos y más inseguros de esa ciudad. Fue ahí cuando me vino el arrepentimiento absoluto... si yo siempre pienso todo... y programo mis cosas...
Miraba calle tras calle, tratando de ubicarme... pero no había caso... estaba perdida... quería sacar el mapa casi a escondidas, para no demostrar mi ignorancia del lugar en el que estaba. Me reflejaba en las ventanas de la micro... con expresión de calor... sin ánimo y ya con hambre.. sólo quería ducharme y dormir.... y me sentía tan, pero tan extranjera, no me identificaba con nada.

Levantaba la vista, la Mati al frente, mirando con aires intelectuales el mapa, y abriéndolo de par en par.... por consiguiente, ya todos los pasajeros se habían dado cuenta que eramos turistas.

Le pregunto... "ya te ubicaste?"
me dice.... "no tengo idea donde estamos"

UUUUUUUUUUUUUUfff y yo que pensaba que ella estaba orientada.... más angustia me vino... era atroz, sentirse perdida en unas calles extrañas, ya era tarde, sentía calor, y no sabía como abrazar mi maleta entre mis piernas, y rogaba no perder mi pasaporte, ni mis documentos....

Hasta que vi la luz, y nos ubicamos, nos bajamos como a 10 cuadras del hostal.
Entramos, y una chica bilingüe hacía las veces de guía turística y recepcionista.

El lugar era bastante juvenil, de paredes rojas y amarillas, en una esquina un pub con mucha onda, sillones simpáticos... claro.. yo pensé que todo el hostal era así... pero no.... la habitación que nos entregaron era insalubre, había que pasar por un baño para entrar... el olor insoportable... creo que no podría detallar lo que sentí ese día en el que sólo quería ducharme. Yo soy siempre la que duerme en cualquier parte, no me hago problema, un saco si lo hay, o un par de frazadas y listo.... claro.. pero ahí me di cuenta que eso siempre que el lugar sea limpio y seguro.
Y ese hostal de limpio y seguro no tenía nada.
Me comuniqué con mi familia en Chile, para avisar que había llegado... no bastaron más palabras para que me recomedarán que buscara un hotel.
Así lo decidí... mire a la Mati y creo que se sentía avegonzada.

Buscamos un hotel... pero esa noche ya era tarde, y no nos podíamos cambiar, así que me tuve que aguantar en ese hostal.... creo que ha sido la noche de más angustia en mi vida, me sentía insegura.... sentía que cualquiera podía entrar a esa habitación... voces de hombres con acento extranjero afuera... notoriamente ebrios... no dormí nada, la habitación era tan pequeña, que me sentía ahogada, tenía sed, pero no podía sacar agua de ninguna parte.

De madrugada estaba en pie, no me duché en ese lugar, por razones obvias, estaba tan insalubre.
Me hice amiga de una chica inglesa, le dije que nos ibamos, le conté del hotel, que por supuesto era de mayor valor. Ella me comentó que no tenía la posibilidad de cambiarse, que tampoco le había gustado el lugar, y lamentablemente tenía que quedarse. Me contó que había estado en el sur de Chile una vez, y que le había encantado. El sur de Chile!! cómo me hubiese gustado estar ahí en ese minuto...

Llegamos al hotel y una señora bonachona atendía... sin que le dijeramos nada... nos vio cara de agobio... nos acomodó una habitación de inmediato. Ahí si me duché, estuve feliz, no era un hotel cinco estrellas, pero al menos era limpio y seguro.

Los días que siguieron fueron de mucho sol.... ocurrió que la Mati no quería gastar en comida, ni en movilización, ni en tours, prefería conocer a pie.... yo cedí porque no podía costear la alimentación de la mati, pero tampoco quería estar a puro mc donalds, asi que caminamos mucho para encontrar lugares relativamente buenos.

A pesar de la desorganización evidente de nosotras, no tuve ninguna discusión con la Mati, en ese viaje, nos reímos, pero conocí la otra cara de ese país, al caminar como una ciudadana más, sin estar protegida por mi familia, ni por el guía turistico, vi la pobreza, la gente pidiendo en las calles, en ocasiones la poca paciencia de algunos en contestar preguntas.

Estuve en los mismos lugares que había conocido con mi familia, pero me parecían países distintos... extrañé mi casa mucho, porque de noche el clima tan húmedo no me dejaba dormir, y el hotel a ratos no tenía aire acondicionado.
Me di cuenta que no soy tan aventurera, y que ya no amo tanto los aeropuertos, me di cuenta que me gusta la organización, y que si voy de turista, de verdad prefiero un paquete turístico donde si pueda descansar y no estresarme tratándo de protegerme.
Me lamento de aquellos que viajan y que tiene que confiar en la publicidad excesivamente engañosa que muestran hostales como en el que yo estuve... lamento que la chica inglesa, a la que nunca pregunté su nombre tuviera que quedarse ahí. Ojalá que ahora esté en su casa bien.

Hoy, asumo plenamente mi responsabilidad, se que fui yo la que se equivocó, la que no pensó bien las cosas, fui yo quien no organizó ese viaje, si bien la Mati es mi amiga de la infancia, ya no pensamos igual, tenemos formas de vivir diferentes, y quizás exagero, pero me gustan los lugares limpios, no puedo transar la higiene y la seguridad de un lugar.
Hoy no tengo ganas de viajar, por lo menos no a ese país, por el momento no quiero volver.... sobre todo si fue ahí donde sentí un collar de fuego...

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domingo, marzo 11, 2007
Lo ha dicho: Niña Incógnita, a las 2:58 p. m.

Tantas veces hemos intentado coordinar nuestros tiempos, y partir al café de siempre, para contarnos las historias que nos ocurren, con mis dos amigas más cercanas de la universidad. Pero en estos meses de verano, y sumando mi ausencia del lugar en el que mis amigas están, la cosa se ha hecho dificil, y como la hora del café se postergó mucho, Susana se vió obligada a contarme por celular, la decisión, creo la más importante de su vida: se casa. Sí señores, habrá matrimonio, fiesta y toda la parafernalia.

Debo decir, que una vez conté la historia de mi amiga, estuvo de polola por muchos años, más de 8 creo. La conocí en la cafetería de mi universidad, cada una contando lo suyo. Recuerdo que lo primero que dijo fue, que cuando egresara, compraba el anillo y se casaba. Pero Martín no valía un veinte... Susana lo llamó para decirle que la relación no daba más, y Martín no llamó nunca más.

Susana tiene 5 años más que yo, y estar ahí próxima a los 30, la complica. Y creo que por eso, no espero mucho para emparejarse de nuevo, esta vez un muchacho bueno, al menos esa impresión tengo, esforzado el hombre y trabajador. Lo conoció por una cita a ciegas que organizaron algunos amigos, y a 3 meses de haber acabado con Martín, se inició este pololeo que ahora lleva un año y va camino al altar.

Yo creo que no hay receta mágica, ni exacta para el amor, y quizás esta decisión de matrimonio, que racionalmente creo que es un poco apresurada, pueda ser exitosa.

A diferencia de mi mamá, abuelas y tías, yo no idealizo el matrimonio, siempre lo he visto como una vocación... como un trabajo constante, de momentos alegres, pero muy dificil también.
Compartir la vida con alguien, no debe ser cosa sencilla... supongo.

Ricardo, Don Ricardo, ya pasó los 50, dijo que se caso joven, porque siempre quiso casarse mucho antes de los 30... la razón? no quería ser papá viejo. Hoy me dice: "mira la tontera... si los hombres no tenemos reloj biológico". Pero no se arrepiente, aunque admite que ha sido dificil llevar ese "yugo común" ( cón-yuge). Se enamoró perdidamente de su mujer, por lo femenina que ella era, dice que eso, más que la belleza física, fue lo que lo conquistó. Él siempre me ha dicho que pololee harto, y que tenga de telón de fondo el matrimonio, para no andar perdiendo el tiempo... jajaja a veces me saca sonrisas.

Hay tanta ilusión en los ojos brillantes de los novios cuando se casan, y tanta resignación después. Será que la pasión tarde o temprano termina?, será que el amor eterno es una utopía? será que hay muchos cuentos de hadas que terminan en el matrimonio y no cuentan lo que pasó después? será que lo económico influye en el amor?.... o será que el concepto de amor es distinto en las personas...

Vaya Susana, éxito en este camino que se acerca....

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lunes, marzo 05, 2007
Lo ha dicho: Niña Incógnita, a las 8:30 p. m.

La pura buena intención no basta, eso ya lo sé. Que el mundo está lleno de buenas intenciones, es frase antigua. Pero me he dado cuenta que a las personas nos molesta tener toda la disposición, las ganas de hacer las cosas bien, y que por algún "imprevisto" las cosas no resulten. Querer hacer algo bien y no poder.

Martita, la secretaria, de la oficina en la que me estreso por estos días, se queda hasta tarde, fuera del horario de oficina, para dejar todo listo para el lunes... pero hoy, todo se desordena, el escritorio vuelve a ser un desastre. Y se llena de personas impacientes para ser atendidas pronto.
Y yo, que necesito de la Martita, nada le puedo pedir, porque el teléfono no para de sonar.

Me resigno, y vuelvo a mi escritorio, que se me hace enano, no llevo ni un mes, y parece una montaña. Tengo mi agenda que es como una biblia, y trato de ser ordenada, como era cuando estaba en la universidad, o en el colegio con mis cuadernos, pero aún así, me cuesta. Me cuesta hacer ese orden.

Me gusta hacer las cosas bien, no me gusta tropezar... no me gusta caer, pero creo que a veces a porrazo se aprende.

Yo de chica fui así, no sé si conté en otra ocasión, pero aprendí a andar en bicicleta sin caerme, porque no quería que mis rodillas sangraran como las de mis amigos, entonces amarré mi bicicleta de los extremos con cuerdas de saltar, y las até a las puertas del garage de mi casa. Hasta que aprendí a equilibrarme, y hasta hoy, nunca me caí de la bicicleta.

Así soy para todo, quiero aprender sin caerme, quiero ayudar, quiero hacer las cosas bien, pero no me resigno a que mi técnica de la bicicleta no siempre resulta.

Y para hacer las cosas bien no me gusta pasar a llevar, ni tratar a las personas mal, pero aún no sé cómo ser firme y sacar la voz sin herir, prefiero ser más suave, pero quizás esa tampoco es la forma.

Y al final del día, veo en mí algo de soberbia, de querer siempre, que las cosas sean como yo quiero, y que en la vida, no siempre las cosas son como uno quiere.

No he dejado mis comentarios en los blogs que siempre visito, este fin de semana a más tardar, pasaré por todos, un abrazo, y gracias por descongelar este blog.

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