Miro el pronóstico del tiempo, y veo sobre 35 grados en Temuco... ¿no será too much Sr Calentamiento Global?.
He llegado también, en estos días de ocio, a algunas conclusiones, un poco absurdas, pero que no me avergüenzo de compartir.
Entre ellas la siguiente: Soy joven. Últimamente como he tenido que andar empaquetada y de taco me andaba sintiendo un poco vieja. Como que me perdí de algo. Tenía 17 años cuando puse un pie en la universidad, y sentí que apretaron pausa, y me lanzaron al mundo con 23. Claro que ahora tengo 25.
Me estaba sintiendo demasiado adulta, me cargaba que de repente en el supermercado me dijeran señora, y que después, me dijeran señorita. Los habré mirado feo?
Pero el asunto de empezar a laborar es un tema no menor sicológicamente. Primero porque constantemente me repito que no debo formarme expectativas muy altas, porque mi experiencia es bien poca. Y a pesar de eso, a veces siento que no me hago mucho caso.
Y esto me retrocede hasta hace algún tiempo atrás, ni tanto tampoco, cuando aún estaba en las lides estudiantiles, y me ofrecieron mi primer trabajo REMUNERADO. Dinero mío al fin, y no el de mi padre.
La cosa se veía bastante buena, aún no titulada, y ya me estaban llamando de un estudio jurídico, que tiene fama de top, y para más encima recomendada por un abogado que me conoce, y que confia en mi.
Un jueves, contesté el teléfono, preguntaron por mi, y yo ya había puesto voz de pesada, pensando que era de Ripley para ofrecerme tarjeta, no sé como no entienden que no me quiero endeudar, ni que tampoco quiero un crédito. O del Banco Santander, para la misma cosa. En fin.
Retomo, era la voz de una mujer, una abogado estilo Cruela de Vil, adinerada, y de fama, que supuestamente tiene los mejores casos y no se qué.
El asunto era el reemplazo de un procurador, que se iba a estudiar para el grado.
El ofrecimiento se veía bueno, porque era probable, que el reemplazado no volviera. Asi que fui preparando mi mini serrucho, pero ojo siempre dejando todo en las manos de Dios, que finalmente me sostiene, y espero que perdone todas las estupideces que he hecho.
Además debo agregar que en mis años estudiantiles, siempre quise trabajar ahi. Aunque fuera un tiempo, era como un sueño.
Llegó el día de la entrevista, para coordinar puntos como horarios y demases con mis nuevos y primeros empleadores.
Me atiende la secretaría, clásica de abogado, labios bien rojos, zapatos brillantes, y el collarcito ad hoc. Me pregunta quién soy, le doy mi nombre, y me hace pasar a la oficina de la Cruela de Vil.
He de confesar que me sorprendió el lugar, se notaba la mano de mujer, porque la decoración era de todo gusto. La Cruela de Vil en cuestión me trató de lo más amable, y resultó que ubicaba a mis papás, asi que siento que por eso siempre fue o trató de ser cordial conmigo.
Me mostró mi oficina, bastante dije, y un estante de libros, con todos los códigos, leyes y escritos varios a disposición.
Salí de ahí, y me sentí grande, me sentí bien, yo no había movido un dedo y ya me estaban cotizando.
Sin embargo, el trabajo en cuestión, resultó no ser tan enriquecedor como esperaba, y no me refiero a lo monetario.
Mi principal honorario era recibir la famosa experiencia que todos los novatos queremos. Pero más que eso, las hice de junior, con todo el respeto que me merecen, pero no aprendí mucho más.
Serví para cubrir las espaldas a Cruela, cuando se fue de viaje tres semanas a Europa, y atendí varios de sus clientes, pero el asunto no fue grato para nada.
Entre otras cosas, al mes de trabajar aún no estaba claro cuanto me pagarían, porque Cruela andaba por Europa, y ella era con quien debía entenderme directamente. Y para rematar el último cheque con el que me pagaron no tenía fondos, así que opté por depositarlo.
Al tercer día, me di cuenta de qué se trataba la pega realmente. Pero había asumido un compromiso, y debía cumplirlo por lo menos hasta que el supuesto aserruchado llegara.
Todo se volvió caótico cuando este reemplazado se demoró más de lo pronosticado, y yo empecé a atrasarme en mis quehaceres universitarios, por estar cumpliendo los encargos de la oficina.
No todo lo que brilla es oro. Más que de experiencia laboral, creo que me sirvió de experiencia para la vida. Conocí ese castillo por dentro. Tanto que quise estar ahí, pero no me gustó.
No me gustó la labor que yo realizaba, que no tenía casi nada que ver con lo que estudié.
Y todo se volvió un dilema cuando tenía que decidir si renunciar o quedarme.
El sujeto al que reemplace se iba a demorar por lo menos tres meses más de lo planeado. De los cuales sólo pude aguantar dos. Me podría haber quedado ahí esperando ese "contacto mágico" con algún otro abogado o empresa que me raptara a sus filas, o con la posibilidad que el reemplazado efectivamente no volviera.
Pero la Cruela de Vil, estaba cada día más loca, y el entorno en general no era bueno. Tenía que tomar una decisión. Y hoy, con el tiempo creo que fue lo mejor.
Decidí partir de aquello que parecia brillar pero no era oro. Me fue muy, muy difícil comunicar mi decisión, pero lo hice. También me preocupe de buscar otro reemplazante, para no dejar la oficina botada el tiempo que restaba para que llegara el oficial. Este nuevo reemplazante corroboró después conmigo lo que he transmitido en estas líneas.
Hasta ahora si bien he tenido trabajo, ya estoy en el momento de buscar algo más estable y rentable, y estoy viendo mis alternativas, entre ellas hay una que puede ser cambiarme a una ciudad lejos de aquí, pero similar a Santiago.
No lo sé en realidad, ahora lo que más me importa es sentirme cómoda con lo que haga. Y hacer lo posible por no idealizar castillos que no hay.
En fin, todo se decidirá en Marzo... supongo.
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