Entre tanta cosa algo chabacana, y exceso de protagonismo de la señora Díaz, yo he concluído que me encanta aún más el anonimato, y si alguna vez me caso, lo haría tranquilamente con la gente más cercana, ojalá no invitados de compromiso. Si bien el cambio de vida hay que celebrarlo, me parece que debe ser con moderación.
Sin embargo, no sólo he observado eso, también les puedo contar otra versión de vida, austera, moderada quizás en extremo, pero es digno de admirar. Hay una familia que vive cerca de aquí... se compone del matrimonio y 11 hijos, si, leyó bien ONCE, y viene uno más en camino. Es decir, en Mayo serán 12.
Como supondrán la economía allí no es cosa sencilla, siempre me ha llamado la atención las familias numerosas, las historias de mis abuelos cada uno con 7 hermanos, son siempre interesantes. Así esta familia que les comento lo es también. Y ahora la admiro aún más puesto que tuve la oportunidad de conversar con la mamá de estos 12 niñitos, y de ver tranquilidad en sus ojos, su vida no es fácil, porque los problemas de cada hijo son importantes, pero se le ve feliz.
Coca-cola en su casa no hay, salvo los fines de semana, pero la bebida queda reservada para el padre de familia, ya que es él, el que se parte el lomo laborando todos los días, como los dos litros de bebida quizás no son suficientes para todos los niños, la mamá opta por preparar jarras de jugo con agua de la llave y algunas hojitas de hierba que endulza con miel, o bien jarras de agua con rebanadas de naranja y de limón. Lo mismo les da a las visitas que llegan en la semana, y nadie se ha quejado.
Legumbres en la casa es el plato fuerte, nada de dulces, la ropa por supuesto se hereda, y entre todos los hermanos se cuidan.
La mamá cuenta que cuando ella era niña en navidad recibía una caja de galletas de regalo, y siempre lo recuerda con cariño. A sus hijas esta navidad les compró una revista a cada una de "art attack", es una revista de manualidades basada en un programa de televisión. Y eso sería todo, además de la cena navideña y de compartir con los demás.
Ella misma ahorra en sus cosas personales, incluyendo el maquillaje, usa las sombras y labiales hasta que se acaben, y no cuando aparezca la nueva paleta de colores de maybelline o lancome, sino hasta que se terminen. Cómo me gustaría imitar eso!!, la próxima vez que compre maquillaje lo pensaré... jejeje
Su historia es rescatable dentro de tanta histeria colectiva por los regalos, ella ha enseñado a sus hijos a valerse por ellos mismos, a valorar lo sencillo, por supuesto que su tarea no es fácil, y con otro hijo más en camino, está recién comenzando.