Una vez tuve la oportunidad de conversar con un médico... el era dermatólogo y cirujano plástico. Fui a su consulta porque tengo algunos lunares, chiquitos pero varios... quería saber si me los podía sacar o si eran peligrosos... Después que me revisó, me dijo que no había ningún problema para sacarlos, pero que no eran de los de riesgo. Pasó el tiempo, y algo de cariño les tengo, asi que no me los he sacado.
Ese día conversamos un poco de la cirujía plástica, tan de moda estos días e incluso se puede pagar en cómodas cuotas. Yo le dije que no me operaría alguna zona del cuerpo, uno porque me da susto, y dos porque no voy a ser más feliz con un poco de silicona o con lo que sea.
Supongo que ahí no le simpatice al doctor, él me dijo que opinaba eso, porque era delgada y sin arrugas, que ya quería ver qué opinaría a los 50, o después de haber tenido hijos.
Puede que tenga razón, pero lo que quiero decir, es que hoy parece que el cuerpo es la felicidad máxima, sinceramente me encantaría pesar un poco más porque soy bien delgada, pero se muy bien, que eso no me haría más feliz, probablemente me sentiría bien, quizás más segura, pero la felicidad, para mi, al menos, no está en eso.
Distinto es el caso de operaciones reconstructivas o de casos extremos. Es que la televisión nos bombardea de cuerpos siliconados y hombres esculturales, pero es cosa que uno mire alrededor, para que vea que nadie es así, y por último la mayoría de nosotros no trabaja como modelos de multitienda, por lo tanto no es indispensable una figurita 90 60 90.
Yo creo que es suficiente con andar presentable, es decir peinado, bien bañado, ordenarse en lo posible, algo de maquillaje, pero por un asunto de respeto, de cuidarse, pero no como algo esencial e indispensable. La vida es mucho más que un cuerpo bello, la belleza física no asegura éxitos profesionales ni personales.... he dicho.