
Llueve fuerte, por la ventana de la cocina se ve el cielo llorar, estamos las tres sentadas en la mesita, al lado del refrigerador, en la casa de la Paz, ella moviéndose mientras habla, no puede estar tranquila un minuto, la Daniela ahí sentada mirando a través de sus eternos anteojos, con su pelo liso, y yo tomándome el tecito, y estamos hablando de una y mil cosas a la vez.
Hoy nuestras diferencias se notan, nuestras vidas y actividades son diferentes, no como cuando estábamos las tres en el colegio, y andábamos juntas siempre. En ese tiempo éramos muy parecidas para hablar, para vestir, en la forma de pensar.
Entramos a la universidad, y en el primer verano de vacaciones, estabamos ahí reunidas, en el mismo lugar, sacando bebidas para volver a echarnos en el jardín al lado de la piscina, fue esa vez en la que prácticamente me freí, figuraba roja cual jaiba, porque como estábamos de vacaciones había que celebrar, y nos dedicamos a la piscina, claro que yo, no me detuve en que necesitaba más bloqueador, a las 7 de la tarde, mi persona era sinónimo de color fucsia, la Paz ya muy negra riéndose, la Daniela sin anteojos mirándome asombrada, con los ojos muy abiertos, ni su miopía le impedía ver mi color.
Y yo, con el gel, de aloe vera, en la mano, quieta, y culpándome por supuesto. Desde esa vez, prometí, nunca más descuidarme, mi piel es muy blanca, y morena está claro, que no seré nunca.
Pero ya no soy irresponsable, han pasado casi 7 años desde que salimos del colegio, y las tres hemos cambiado, nos seguimos tolerando igual, ya nos conocemos mejor las diferencias, y a veces, el mal genio, aunque ya no hablemos tan seguido como antes, ni nos veamos tan a menudo.
Es cierto, nadie puede adivinar cómo se irán dando las cosas, la Paz, ya se tituló y trabaja, antes se quejaba que su eterno amor platónico no la miraba ni por si acaso, hoy se queja de lo sola que se siente en Santiago, de lo poco que gana, de los rollos familiares, los de ella y los de su pololo. Antes nosotras éramos las más chicas en su casa, hoy su casa está llena de sobrinos, y a mi me asombra lo grande que está la hija de su hermana mayor, eso me dice que el tiempo ha pasado, y que ya no somos tan niñitas.
Daniela, mantiene sus lentes, dice que cuando empiece a trabajar y sea pudiente, se operará con láser, y los lentes también serán parte del recuerdo, así como hoy también es parte del recuerdo, su ex novio Felipe. La verdad es que cuando vimos a Felipe, todos coincidimos en que eran el uno para el otro, ya nos imáginabamos en el romántico matrimonio, todo era perfecto, éramos como 15 personas que nos juntábamos en la casa de alguien.... los amigos de Felipe, y nosotras, las amigas de la novia, hoy recordamos con agrado todo eso, pero del romance ya no queda nada. Hoy mismo Daniela me dijo que "como el chino es capitulo cerrado para la multimillonaria giuliana sotela", Felipe también es capitulo cerrado para ella..
Y yo, cada día que pasa dejo más de lado mis zapatillas, y "estás más ordenada, más señorita" dice la Paz, eso puede ser cierto...
El cielo se pone muy oscuro, tomo las llaves y mi bolso, el té y las galletas ya se acabaron, me voy les digo, es muy tarde, la Paz chilla "tu siempre te vas así de repente" y vienen los abrazos, como que estuviéramos en el aeropuerto y tomara un avión muy lejos, y es cierto, quizás cuándo nos veremos de nuevo, y todo vuelve a ser una vieja historia...